¿Qué es el apego infantil?
El apego es un vínculo afectivo que se establece desde los primeros momentos de vida entre la madre y el recién nacido o la persona encargada de su cuidado. Su función es asegurar el cuidado, el desarrollo psicológico y la formación de la personalidad.
El establecimiento del apego infantil se relaciona principalmente con dos sistemas: el sistema exploratorio, el cual permite al bebé contactar con el ambiente físico a través de los sentidos; y el sistema afiliativo, mediante el cual los bebés contactan con otras personas.
¿Cómo se crea?
John Bowlby, psicólogo británico, fue quien desarrolló la Teoría del Apego. Esta teoría indica que la forma que tenemos de gestionar nuestras emociones o de relacionarnos, nuestros miedos, la elección de nuestra pareja o nuestros modos de expresión se encuentran directamente relacionados con el tipo de apego que desarrollamos durante el transcurso de nuestra infancia con nuestras madres, padres o cuidadores principales.
El apego infantil se crea desde muy pronto, en los primeros meses de vida. Se trata de una relación que va estableciéndose poco a poco en las distintas situaciones en las que el adulto y el bebé están juntos en los cuidados cotidianos, en la respuesta adulta a las diversas necesidades infantiles y del mero disfrute de estar juntos.
A continuación podemos ver las distintas etapas en la evolución del apego:
Desde el nacimiento hasta los tres meses
Desde el principio el bebé se interesa por los adultos que le rodean. En esta etapa las bases del apego se crean a través de los cuidados básicos: cuando le alimentan, cuando le acunan, cuando responden a las necesidades que expresa a través del llanto o la incomodidad, etc.
Desde los tres hasta los seis meses
El bebé poco a poco va reconociendo a sus cuidadores como personas que le proporcionan sensaciones agradables al hablarle o acariciarle y que le hacen sentir bien cuando están juntos. Empieza a responder de forma diferente a como lo hace con los extraños: se siente más tranquilo y a gusto junto a sus cuidadores. Estos meses son claves para identificar sus figuras de apego y a adquirir un sentimiento de confianza, basado en la respuesta del adulto a responder ante sus necesidades.
Desde los seis meses hasta el primer año
En esta etapa el apego infantil termina de consolidarse. Empiezan a sentir angustia cuando se separan de quienes les cuidan y expresan rechazo o ansiedad respecto a personas desconocidas. Esta reacción indica que el bebé ya ha creado un lazo de afecto especial que le une a las personas que le son más importantes.
A partir del primer año
El apego se manifiesta de forma distinta. Los niños ya pueden ir de un lado a otro, explorando el mundo que les rodea. Estando sus figuras de apego cerca podrán explorar su entorno de forma tranquila y confiada. Poco a poco, gracias a la maduración emocional, el niño podrá separarse de sus figuras de apego, le costará menos estar con otras personas y no mostrará tanta inquietud ante desconocidos.
Después del segundo año
Las relaciones de apego siguen cambiando. La intensidad del apego es la misma, pero se manifiesta de forma distinta. El niño ha aprendido a expresar cariño, buscar ayuda y apoyo cuando lo necesita. Tiene un papel más activo en las relaciones con los demás. Además, su mundo se ha ampliado y traslada a las nuevas relaciones la confianza/desconfianza y la autonomía/dependencia que ha aprendido con sus figuras de apego.
¿Cuáles son los tipos de apego infantil?
Según Bowlby el apego puede ser seguro e inseguro. En total existen cuatro tipos de apego infantil que surgen dependiendo de la atención que reciben los niños de sus figuras de apego:
Apego Seguro:
Es el apego más sano y se da cuando el niño siente la incondicionalidad por parte de sus cuidadores principales y tiene la certeza de que no van a fallarle. Se forma cuando el cuidador proporciona seguridad, cubre sus necesidades básicas y se preocupa por establecer una comunicación y un contacto con el menor.
Los niños con este apego manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura de apego. No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas ni les provoca miedo el abandono.
Algunos ejemplos de conductas o interacciones que fomentan el establecimiento del apego seguro son: el contacto físico (besos, abrazos y mucho cariño), el juego y sobre todo la capacidad de atender y calmar al bebé cuando le pasa algo negativo (escucharle, consolarle, atenderle etc.)
Apego ansioso y ambivalente:
El niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no están. Muestran una preocupación excesiva por la cercanía y la aprobación de sus cuidadores. Pueden tener inconvenientes para explorar su entorno y mostrar ansiedad y resistencia cuando sus figuras de apego intentan separarse de ellos. Este tipo de apego les genera una necesidad continua de que le confirmen que es amado. Tienen problemas para sentirse seguros en las relaciones, sienten miedo a ser abandonados, sienten celos, inestabilidad emocional y una baja autoestima.
Apego evitativo:
Los niños han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se conoce como “evitativo” porque los bebés presentan conductas de distanciamiento. Ante las constantes situaciones en las que sus cuidadores no han generado suficiente seguridad, los niños tienden a evitar la cercanía y la dependencia emocional. Estos niños viven sintiéndose poco queridos y valorados; muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás. Se caracterizan por ser pesimistas, inseguros y por tener sentimientos de soledad.
Apego desorganizado:
Este tipo de apego se puede traducir en una carencia total de apego. Los niños pueden mostrar hacia sus cuidadores principales comportamientos contradictorios, como buscar cercanía y al mismo tiempo mostrar miedo o evitación. Los cuidadores principales se han comportado de forma negligente. Los niños suelen haber experimentado situaciones traumáticas o abuso. Como consecuencia, presentan dificultades para relacionarse con los demás y regular sus emociones mostrando reacciones impulsivas y/o explosivas.
Consecuencias del apego en el desarrollo infantil
La calidad del apego infantil tiene un impacto importante en varios procesos evolutivos:
- La forma en la que explorará el mundo exterior y comenzará a construir su autonomía e independencia.
- La formación de su autoestima. Es decir, un niño que se siente amado, valorado y considerado “especial” por su cuidador, aprenderá a percibirse como una persona fuerte y competente, digna de cuidados y amor.
- La manera en que debe relacionarse con los demás y habilidades de atención y empatía.
- La capacidad de regularse emocionalmente.
Cuando el apego infantil no es seguro se relaciona con rigidez emocional, dificultades en las relaciones sociales y la aparición de trastornos psicológicos, con inicio principalmente en la adolescencia.
A continuación, se presenta de forma resumida, cómo afecta el tipo de apego infantil inseguro en la vida adulta:
Apego ansioso-ambivalente: Provoca una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar de la manera que les gustaría con las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en los adultos es la dependencia emocional.
Apego evitativo: Se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.
Apego desorganizado: Suelen ser personas con alta carga de frustración e ira, no se sienten queridas y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.
Como hemos visto, la calidad del apego en la infancia determinará el modelo mental del adulto, así como sus relaciones con los demás y la gestión emocional. Es por ello que es importante prestar atención a los primeros años de vida de los niños, estableciendo vínculos fuertes y una relación segura.
Actualmente, existen múltiples factores psicosociales que dificultan la formación de vínculos en la infancia. Como, por ejemplo, la falta de conciliación laboral hace que los cuidadores se vean obligados a dejar a sus hijos con otras personas y les resulte más difícil crear un apego sano.
Si crees que te está costando crear un vínculo sano con tu hijo/a y quieres que te ayudemos o quieres saber más sobre este tema, no dudes en contactar con nosotras.
Laura Maymó Gallurt
Psicóloga Col. Nº B-03427
Referencias bibliográficas:
Bowlby, J. (1977). The making and breaking of affectional bonds. The British Journal of Psychiatry, 130(3): 201-210.
Holmes, J. (2011). Teoría del apego y psicoterapia. Desclée De Brouwer. López, F., Gómez, M., & Fernández, J. (2019). Estudio sobre los estilos de apego y su relación con el desarrollo emocional en la infancia. Revista de Psicología Infantil, 35(2), 89-104.