Peleas entre hermanos pequeños

Peleas entre hermanos pequeños

«¡Siempre te sientas al lado de mamá! ¡Es mi turno!» 

«No es cierto, tú te sentaste con ella ayer.» 

«¡Eso no es justo! ¡Siempre quieres ser la primera!»

“¡Es mi juguete, no puedes jugar con él!”

«¡Pero yo también quiero jugar!”

«¡No, déjalo!»

Las peleas entre hermanos pequeños son una parte común y natural del crecimiento y una experiencia casi universal en la infancia. Estos conflictos, que afectan a más del 80% de los niños en edad escolar, pueden preocupar a los padres y a las madres, quienes buscan maneras de intervenir y mejorar la relación entre sus hijos. A través de estas disputas, los niños aprenden habilidades cruciales como la negociación, la resolución de conflictos y el establecimiento de límites personales. Sin embargo, es esencial que los padres y las madres comprendan las causas subyacentes de estas peleas, cuándo y cómo intervenir adecuadamente, y qué estrategias pueden implementar para fomentar una relación armoniosa entre sus hijos.

¿Por qué se pelean los hermanos pequeños?

Los conflictos entre hermanos pueden surgir por varias razones, que incluyen tanto factores emocionales como situacionales. Algunas de las principales causas son:

  • Competencia por la atención: los niños tienen una necesidad innata de ser vistos y valorados por sus padres. Cuando sienten que uno de sus hermanos recibe más atención, pueden surgir celos y resentimientos, que a menudo se manifiestan en peleas.
  • Celos y rivalidad: los celos son comunes entre hermanos, especialmente cuando sienten que deben compartir el amor y los recursos de sus padres y sus madres. La rivalidad puede intensificarse en situaciones donde hay una diferencia notable de habilidades o logros. Si queréis saber más sobre esta causa podéis visitar el blog «Celos entre hermanos«.
  • Diferencias de temperamento y personalidad: los hermanos, aunque criados en el mismo hogar, pueden tener características muy diferentes, lo que puede generar malentendidos y conflictos. Un niño puede creer que una acción es muy divertida, sin embargo, el otro puede verlo como algo molesto o irritante.
  • Competencia por juguetes y recursos: la propiedad de los juguetes es una causa común de conflicto. Los niños pueden pelear por quién es el dueño de un juguete específico, especialmente si es nuevo o muy deseado. La sensación de pertenencia es fuerte en los niños pequeños y compartir puede ser una habilidad en desarrollo. Además, también pueden pelearse por el tiempo de uso de un juguete, ya que establecer turnos puede ser un desafío. Asimismo, los niños tienden a comparar lo que tienen con lo que tienen sus hermanos. Si perciben una desigualdad en la cantidad o calidad de los juguetes y otros recursos, pueden sentir celos y resentimiento, lo que puede llevar a conflictos.
  • Deseo de independencia: a medida que los niños crecen, buscan establecer su propia identidad y autonomía. Esto puede provocar enfrentamientos cuando intentan afirmar su independencia en presencia de sus hermanos.
  • Imitación de comportamientos: los niños a menudo aprenden comportamientos observando a los demás, incluidos sus hermanos. Si uno de los hermanos muestra comportamientos agresivos o competitivos, es probable que el otro imite esas conductas, lo que puede llevar a un ciclo de peleas.


¿Deben intervenir los padres en los conflictos entre hermanos?

Uno de los aspectos clave a la hora de actuar ante los conflictos, será conocer las características de los mismos para saber ante que conflictos deberemos intervenir y ante cuáles no, ya que muchas veces, lo más adecuado será que lo niños aprendan a resolverlos sin la ayuda de los adultos. Cuando nos enfrentamos a conflictos entre niños, es crucial discernir entre comportamientos «tolerables» y «no tolerables» para determinar si debemos intervenir como adultos o permitir que los niños intenten resolver el problema por sí mismos.

Comportamientos «Tolerables»:

En situaciones donde los niños están discutiendo o tienen desacuerdos menores, es importante mantenernos vigilantes sin intervenir de inmediato. Permitir que los niños intenten resolver estos conflictos por sí mismos les enseña habilidades valiosas de negociación y resolución de problemas. Sin embargo, si el conflicto parece intensificarse durante su interacción, puede ser beneficioso intervenir como mediadores para guiarlos hacia una solución mutuamente aceptable.

Comportamientos «No Tolerables»:

Cuando los conflictos involucran comportamientos físicamente agresivos o verbalmente abusivos, es esencial la intervención directa de los adultos. En estos casos, la primera medida debería ser separar físicamente a los niños para prevenir cualquier daño adicional. Después de asegurar su seguridad, es crucial desviar su atención del conflicto hacia actividades alternativas que les ayuden a calmarse y procesar sus emociones de manera más constructiva y ayudarles a resolver el conflicto de forma más adaptativa.

Responsabilizar al hermano mayor

¿Debemos responsabilizar al hermano mayor?

Una tendencia común entre los padres y las madres es responsabilizar al hermano mayor por los conflictos con los hermanos menores. Esto puede deberse a la percepción de que el mayor debe ser más maduro o tener mejores habilidades para manejar situaciones conflictivas. Sin embargo, esta expectativa puede ser injusta y contraproducente, ya que puede generar resentimiento y sentimientos de injusticia en el hermano mayor. Cuando los/as padres/madres cargan al hermano mayor con la responsabilidad de resolver o evitar conflictos, están sin querer imponiendo una presión que puede afectar negativamente a su autoestima y a su relación con sus hermanos menores. Además, esta dinámica puede hacer que los hermanos menores no desarrollen las habilidades necesarias para manejar sus propios conflictos, ya que siempre dependen del mayor para la resolución de problemas.

Para evitar responsabilizar al hermano mayor, pueden usarse las siguientes estrategias:

  • Evaluar la situación con objetividad: es fundamental que los/as padres/madres comprendan que ambos hermanos pueden contribuir al conflicto y que no debemos asumir automáticamente que el mayor es el responsable. Cada situación debe ser evaluada de manera imparcial, considerando las acciones y emociones de todos los involucrados.
  • Fomentar la responsabilidad compartida: enseñar a todos sus hijos que cada uno es responsable de sus propias acciones y que la resolución de conflictos es una habilidad que deben desarrollar juntos. Esto ayuda a construir una dinámica más equitativa y fomenta el trabajo en equipo.
  • Proporcionar apoyo equitativo: es importante que los/as padres/madres ofrezcan orientación y apoyo a ambos hermanos sin mostrar favoritismos. Ayudarles a encontrar soluciones justas y equilibradas para fomentar un sentido de equidad y justicia en la familia.
  • Desarrollar habilidades de mediación: aunque puede ser beneficioso enseñar técnicas de mediación a los niños mayores, esto debe hacerse como una herramienta de empoderamiento y no como una carga de responsabilidad. Los/as padres/madres deben asegurarse que estas habilidades se enseñan de manera que fortalezcan la capacidad de sus hijos para manejar conflictos, sin hacerles sentir que su responsabilidad es la de ser mediadores en las peleas.


¿Cómo pueden evitarse las peleas y mejorar la relación entre los hermanos?

Mejorar la relación entre hermanos y reducir los conflictos requiere un enfoque proactivo y consciente por parte de los padres y las madres. Algunas de las estrategias más efectivas son:

  • Fomentar el tiempo juntos y por separado: es fundamental que los hermanos pasen tiempo juntos para fortalecer su vínculo, pero también necesitan tiempo individual para explorar intereses personales y desarrollar su identidad.
  • Reconocer y validar sentimientos: validar los sentimientos de cada niño ayuda a que se sientan comprendidos y menos inclinados a buscar atención a través de conflictos. Esto contribuye a una comunicación más abierta y respetuosa entre ellos.
  • Promover la cooperación en lugar de la competencia: involucrarles en actividades colaborativas y premiar la colaboración en lugar de la competencia puede transformar la dinámica de su relación, fomentando un ambiente de apoyo mutuo.
  • Desarrollar un sistema de resolución de conflictos: enseñarles habilidades específicas para resolver conflictos, como la comunicación asertiva y la negociación, les capacita para manejar desacuerdos de manera constructiva y autónoma.
  • Establecer reglas y consecuencias claras: definir reglas sobre el comportamiento aceptable y aplicar consecuencias cuando se rompan estas reglas ayuda a los niños a entender los límites y a mantener un ambiente familiar seguro y respetuoso.
  • Promover la empatía y la valoración de diferencias: enseñarles a comprender y respetar los sentimientos de los demás, así como a celebrar las diferencias individuales, contribuye a reducir la rivalidad y a fortalecer la relación fraterna.
  • Reforzar el comportamiento positivo: reconocer y recompensar el comportamiento positivo entre hermanos, como la cooperación, la amabilidad y la resolución pacífica de conflictos, refuerza estos comportamientos y fomenta una relación más armoniosa.

En conclusión, las peleas entre hermanos pequeños son inevitables y forman parte natural de su desarrollo. Sin embargo, para los padres y las madres, entender las causas subyacentes de estos conflictos y aprender cuándo y cómo intervenir son herramientas fundamentales para manejar estas situaciones de manera efectiva. Con las estrategias adecuadas, pueden no solo mitigar las peleas, sino también transformar estos desafíos en oportunidades para que sus hijos desarrollen habilidades valiosas de resolución de conflictos.

Si como madre o padre os encontráis enfrentando dificultades para gestionar las peleas entre vuestros hijos, estaremos encantadas de ofreceros apoyo y orientación para poder entender mejor las dinámicas entre hermanos y proporcionaros estrategias efectivas para manejar los conflictos.

Laura Maymó Gallurt
Psicóloga Col. Nº  B-03427