Niños altamente sensibles

Niños altamente sensibles

La alta sensibilidad en la infancia no es un problema. El verdadero reto suele ser no saber cómo acompañar a estos niños.

Muchos padres llegan a consulta sintiendo que su hijo “lo vive todo demasiado”. Se frustran, se agobian, se preguntan si están haciendo algo mal; sin embargo, la sensibilidad no es un defecto: es un rasgo que necesita comprensión y herramientas.

A continuación, os cuento cómo identificarla y qué hacer en el día a día.

Cuando sentir tanto se convierte en un desafío para el niño y su familia

Los niños altamente sensibles procesan la información de forma más profunda, lo cual hace que conecten rápido con los demás, capten matices o tengan una gran creatividad.
Pero también pueden saturarse antes, frustrarse con facilidad o necesitar más tiempo para recuperarse.

El problema aparece cuando la intensidad emocional les sobrepasa, y eso les hace reaccionar con llanto, rabia o evitación, o bien pueden aislarse por sentir que “no encajan”.                                                                                                                                                                                   

La solución pasa por entender cómo funciona su mundo interno y ofrecerles un entorno donde sentirse seguros siendo ellos mismos.           

Señales que ayudan a niños altamente sensibles

Cómo identificar niños altamente sensibles

Hay que tener en cuenta que no se trata de un diagnóstico, sino de un rasgo.
Algunas señales frecuentes que nos pueden ayudar serían:

  • Se alteran con ruidos, luces, cambios o imprevistos.
  • Perciben el estado emocional de los demás con mucha rapidez.
  • Preguntan, analizan y necesitan explicaciones.
  • Les afectan más las críticas o los conflictos.
  • Se emocionan profundamente con música, arte o detalles pequeños.

Reconocer estas señales ya es un primer paso para acompañarlos mejor.

Perfecto, aquí tienes una versión más breve y en la misma línea que los demás apartados:

Alta sensibilidad y TEA

No es raro que la alta sensibilidad conviva con otros rasgos del desarrollo, y a veces esto genera dudas en las familias.
Algunas conductas —como evitar ruidos, necesitar más tiempo para adaptarse o saturarse ante ciertos estímulos— pueden parecerse a las que vemos en niños con TEA o incluso en perfiles de altas capacidades. Sin embargo, aunque puedan coincidir ciertos comportamientos, el origen no siempre es el mismo.

En la alta sensibilidad suele haber una profundidad emocional y sensorial que hace que el niño procese todo con más intensidad. En el TEA entran en juego diferencias más amplias en la comunicación social y la flexibilidad, y en las altas capacidades puede haber una rapidez cognitiva que convive con una gran sensibilidad interna. A veces confluyen, a veces no, pero es importante no sacar conclusiones rápidas.

La clave está en observar con calma: cómo se regulan, cómo reaccionan ante los cambios y qué les ayuda a sentirse seguros. También es importante ofrecer un entorno flexible que contemple ambas realidades si las hubiera: anticipaciones claras, espacios tranquilos, apoyos visuales y un acompañamiento emocional que respete su forma de sentir. Pero sobre todo, acudir a un/a psicólogo/a general sanitario especializado en el tema, en caso de desear una confirmación diagnóstica.

Cómo tratar a a niños altamente sensibles en el día a día

1. Crear un ambiente predecible reduce el desbordamiento

Los niños sensibles se sienten más seguros cuando saben qué va a pasar.
Rituales sencillos (la rutina de la tarde, el momento del baño, la forma de despedirse) les ayudan a bajar la intensidad emocional.

Por ejemplo, hacer un panel visual con las rutinas, que incluya pequeñas imágenes, no demasiado recargadas, para que anticipen lo que viene.

2. Validar sus emociones sin aumentar su intensidad

Decir “no es para tanto” o “no llores” no funciona. Ellos sienten con más fuerza y necesitan entender lo que les sucede.
Por ejemplo, usar frases cortas y concretas: “Veo que esto te ha molestado”, “Entiendo que te asusta”, “Estoy contigo”. La validación actúa como un calmante emocional.

3. Enseñarles a identificar su nivel de activación

Muchos niños sensibles no notan que están a punto de explotar hasta que ya es tarde. Ayudarles a reconocer sus señales corporales es clave para regularse.

Por ejemplo, podemos crear una “escala del volcán”:

  • Nivel 1: tranquilo
  • Nivel 2: nervioso
  • Nivel 3: tenso
  • Nivel 4: a punto de estallar
  • Nivel 5: explosión

Con esto podrán parar antes del desbordamiento.

4. Ofrecer estrategias de calma que puedan usar solos

No basta con decir “respira”, sino que necesitan herramientas simples que de verdad funcionen en medio de la intensidad. Aquí tenemos algunos ejemplos:

  • Respiración con objeto (sube y baja una pluma o pompón).
  • Rincón tranquilo sin exceso de estímulos.
  • Jugar con plastilina, arena mágica o agua tibia.
  • Tarjetas con dibujos de acciones calmantes.

Es importante practicarlas también en momentos en los que están tranquilos.

5. Cuidar el entorno social y evitar etiquetas

Muchos niños sensibles se sienten “demasiado intensos” para otros. Si empezamos a llamarles “dramáticos”, “tímidos” o “susceptibles”, lo interiorizan.

Por ejemplo, podemos hablar con el colegio para explicar sus necesidades y acordar pequeñas adaptaciones que sean necesarias: un tiempo de descanso, anticipaciones, un asiento más resguardado, menos saturación sensorial.

Transformar la sensibilidad en fortaleza

La sensibilidad no desaparece, pero sí puede transformarse en una enorme fortaleza cuando el niño se siente comprendido. Acompañarlos no significa evitar que sufran; significa enseñarles a manejar lo que sienten con herramientas, límites claros y un entorno respetuoso.


Si como padres, madres y educadores se trabaja en esta línea, estos niños tendrán muchos más factores para sacar provecho a su alta sensibilidad, pudiendo con ello ser más felices y tener mejor autoestima.

Transformar la sensibilidad en fortaleza

Si crees que tu hijo/a podría ser altamente sensible y quieres orientaciones personalizadas, en nuestro centro de psicología infantil podemos ayudarte a comprender su mundo y el tuyo como familia.