El peligro de poner etiquetas a los niños

El peligro de etiquetar a los niños

¿Cuál es el peligro de etiquetar a los niños?

Las personas tenemos la tendencia de etiquetar el mundo que nos rodea ya que nos resulta útil para ordenar la realidad y así poder prevenir situaciones y responder de manera más rápida ante ellas. Esta tendencia se extiende a los niños. A menudo etiquetamos a los niños teniendo en cuenta su conducta, por ejemplo: “eres un pesado”, “eres un torpe”, “eres un quejica”, “eres muy despistado”, “es clavadito a su padre/madre”, etc.

Las etiquetas se pueden clasificar en tres tipos:

  • Etiquetas negativas: se censuran conductas que se desaprueban. Ejemplos: “vago”, “maleducado”, “gandul”, “gordo”, etc.

  • Etiquetas positivas: se aprueba de forma exagerada alguna habilidad. Ejemplos: “eres el mejor”, “eres el más guapo”, “eres el más responsable”, “siempre sacas excelentes”, etc.

  • Etiquetas con doble sentido: aquellas connotaciones negativas pero que se dicen con orgullo. Es decir, algo que se clasifica como negativo es valorado y ensalzado por los adultos. Ejemplos: “trasto”, “granujilla”, “caprichoso”, etc.

Los niños se interpretan a sí mismos en base a lo que el entorno dice de ellos por lo que acaban asumiendo esas etiquetas y comportándose de ese modo. Esto puede explicarse por el “Efecto Pigmalión” y su profecía autocumplida. Este fenómeno explica que las personas nos comportamos teniendo en cuenta las creencias que tienen los demás o nosotros mismos sobre nuestras capacidades y lo que podemos o no lograr.

Por ejemplo, si consideramos a un niño más capacitado para hacer deportes o en la familia eso es algo importante, le daremos más y mejores estímulos en este sentido, más tiempo para practicarlo, etc. De esta forma, el niño responderá confirmando nuestras expectativas realizando más deporte y con el tiempo obteniendo resultados positivos. Lo mismo sucedería si lo etiquetamos en negativo, considerando que no se le dan bien los deportes y desalentándole a practicarlos, al final probablemente se terminarían cumpliendo esas expectativas.

Por todo ello, podemos decir que etiquetar a los niños supone un peligro porque:

  • Nos hacen olvidar que son niños. Ciertos comportamientos son naturales durante la infancia y otros no. Por ejemplo, en los primeros años es normal que los niños sean más revoltosos porque están descubriendo el mundo y son más curiosos. En cambio, que un niño se preocupe por el dinero porque en casa ha oído comentarios al respecto, puede hacernos pensar que “es responsable”, pero en este caso no es un comportamiento propio de la infancia.
  • Implican generalización. Los niños no se comportan de la misma forma siempre, sin embargo, el hecho de utilizar mucho una etiqueta hace que terminemos generalizando y pensando que se comportará de esa forma en todas las situaciones y todo el tiempo y eso no es posible.
  • Dejamos de ver otras conductas. Nuestra atención va a estar focalizada en buscar aquellas conductas que confirmen esa etiqueta y nos costará más encontrar otras que sean positivas o que contradigan dicha etiqueta.
  • Actúan en función de esas etiquetas. Como hemos mencionado anteriormente, los niños actúan en función de lo que se espera de ellos y del rol que se les ha asignado.

¿Cómo afectan a su desarrollo emocional?

Etiquetar a los niños obstruye las habilidades de los padres y de los niños para experimentar, expresar y/o reconocer a la persona en su totalidad.

Como hemos comentado, probablemente el niño terminará actuando del modo que se espera acorde a su etiqueta adoptando ese rol. Asimismo, le estaremos enseñando que como las etiquetas son rígidas, su personalidad también lo es por lo que es muy difícil que cambie así que dejará de intentar comportamientos nuevos. Sin embargo, la infancia es una etapa clave en la que se está en constante cambio y los referentes repercuten mucho potenciando o “debilitando” las “tendencias naturales”.

Aunque a priori podamos pensar que son las etiquetas negativas las que afectan al desarrollo de los niños y afectan a su autoestima, la verdad es que las etiquetas positivas también son peligrosas y pueden afectarles. Poner una etiqueta negativa supone que el niño asuma que haga lo que haga no podrá cambiar su forma de ser y asumirá que es así y se sentirá mal por ello. En el caso de las etiquetas positivas, los niños estarán constantemente tratando de cumplir con las expectativas y exigencias de la etiqueta asignada. Todo ello puede conllevar sentir frustración, inseguridad o miedo a no estar a la altura de lo que se espera. Por lo que su autoestima se puede ver igualmente afectada.

¿Qué decir para motivar a un niño?

Aunque etiquetar sea una tendencia natural y lógica, debemos evitar encasillar a los niños. Los juicios que tenemos no son verdades absolutas, son opiniones subjetivas por lo que es importante prestar atención a las etiquetas que solemos utilizar. El entorno del niño ha de ser lo más estimulante posible para así poder potenciar y fomentar al máximo sus capacidades.

Para ello debemos:

  • Hacer valoraciones globales y no basadas en un solo rasgo.
  • Evitar las comparaciones con hermanos, primos, amigos, etc. Cada niño tiene su forma de ser  y de comportarse.
  • Definir la conducta, pero no a la persona. Por ejemplo: “hoy estás enfadado” en lugar de “eres un enfadica”; “hoy no estás haciendo nada” en vez de decir “eres un vago”.
  • Cuando no se comporte como queremos:
    • Evitar las palabras “siempre” o “nunca”. Por ejemplo: en lugar de decirle “nunca recoges tu habitación, eres un desastre” podemos decir “recoge tu habitación, seguro que lo harás fenomenal”.
    • En lugar de decirle “eres un pesado” es mejor explicarle “cuando quieras algo, dímelo una vez y te escucharé”.
    • De la misma forma, en vez de decir “eres un llorón” explicarle “si te sientes mal y quieres llorar para sentirte mejor, no pasa nada, pero dime qué te ocurre para que podamos buscarle una solución”.

Para saber más sobre cómo conseguir qué los niños hagan lo que les pedimos podéis obtener información en el blog “¿Qué hacer cuando mi hijo/a se porta mal?” o “El castigo y su impacto en niños y progenitores”.

Estas son algunas pautas generales que pueden ayudaros a evitar utilizar etiquetas y potenciar al máximo las capacidades de los niños. Si habéis intentado ponerlo en práctica y os cuesta o queréis tener más información sobre ello no dudéis en poneros en contacto con nuestro equipo de psicólogos infantiles. Estaremos encantadas de ayudaros.

Laura Maymó Gallurt
Psicóloga Col. No B-03427