
Imaginemos la siguiente situación: una niña de cuatro años está en el parque cuando un desconocido se le acerca y le pide un beso. La pequeña, sin darle muchas vueltas, accede. Para ella, dar un beso no es algo raro. En casa, le piden a menudo que salude con besos a los adultos que vienen de visita. Pero, al presenciar la escena, su padre reacciona muy enfadado y la regaña diciéndole “¡Eso está muy mal, es algo sucio! ¡Como te vuelva a ver dándole besos a extraños, te vas a enterar!”.
Aunque esta escena podría parecer un caso aislado o exagerado, lo cierto es que se repite más de lo que imaginamos. Y no es solo una anécdota incómoda, sino que nos habla de un tema fundamental en la educación emocional y relacional de los niños y niñas: el consentimiento.
¿Qué es el consentimiento y por qué es importante?
Muchas veces se asocia la palabra “consentimiento” únicamente con la esfera sexual. Pero en realidad, va mucho más allá ya que el consentimiento tiene que ver con los límites, el respeto, la autonomía personal y la capacidad de decidir qué queremos y qué no, tanto con nuestro cuerpo como con nuestras pertenencias, emociones o espacios. En este blog, y desde la experiencia como psicólogos infantiles, nos centraremos especialmente en el consentimiento infantil a nivel físico.
Enseñar consentimiento desde la infancia es esencial para que niñas y niños sean conscientes de sus derechos y aprendan a relacionarse desde el respeto mutuo, la libertad y la confianza. Además, es una herramienta clave en la prevención del abuso sexual.
Una de las razones por las que muchas personas no denuncian situaciones de abuso es porque sienten vergüenza, culpa o confusión. A menudo, no tienen claro dónde estaban los límites, o si tenían “derecho” a ponerlos. Y muchos de esos aprendizajes se originan en la infancia, cuando por ejemplo forzamos a un niño/a a dar un beso o un abrazo, aunque no quiera, o cuando ignoramos su incomodidad frente a un contacto físico. El mensaje que le estamos dando aquí es: “Tu cuerpo no te pertenece del todo. Los demás pueden decidir por ti.” Esta idea, repetida a lo largo del tiempo, puede hacer que más adelante no sepan cómo defenderse o identificar conductas inapropiadas.
La buena noticia es que cada vez se habla más sobre consentimiento infantil y estamos cambiando la forma en cómo pretendemos que los niños/as se relacionen con los demás. Pero todavía hay mucho trabajo por hacer para que estos mensajes calen en el día a día de las familias, escuelas y entornos donde crecen los más pequeños.
¿Cómo enseñar sobre consentimiento desde pequeños?
A continuación, encontramos algunas claves para fomentar la autonomía y el respeto al propio cuerpo desde la infancia:
- Explícales que su cuerpo es suyo. Desde que son pequeños pueden aprender que tienen derecho a decidir qué tipo de contacto físico aceptan o no, y que, si no quieren dar abrazos o besos a alguien, está bien. En lugar de forzarles a mostrar cariño de una forma determinada, podemos ofrecerles otras opciones: una sonrisa, un choque de manos, un saludo con la mano, etc. Lo importante es que entiendan que tienen poder de decisión y que son dueños de su cuerpo.
- Háblales con naturalidad sobre el cuerpo. Llamar a las cosas por su nombre, como “pene” o “vagina”, no es vulgar, sucio, ni prematuro. Al contrario, ayuda a eliminar tabúes y facilita que los niños se sientan cómodos con todo su cuerpo y más seguros para contar si alguna vez ocurre algo extraño o incómodo. Si usamos eufemismos o evitamos el tema, podrían interpretar que esas partes del cuerpo son “malas” o “vergonzosas”, y callarse si ocurre algo por miedo a las represalias.
- Pide permiso antes de tocarlos. Aunque parezca un detalle menor, puede tener un gran impacto. Si le preguntas a un niño: “¿Te puedo dar un abrazo?” o “¿Te parece bien que te siente en mis piernas?”, estás enviándole un mensaje claro: “Tú decides sobre tu cuerpo.” Esto refuerza la idea de que el consentimiento no es negociable, ni siquiera con los adultos que más confianza le inspiran. Con ello también irán aprendiendo ellos mismos a pedir permiso a los demás y no traspasar sus límites.
- Ayúdales a identificar adultos de confianza. No podemos asumir que los niños sabrán automáticamente en quién pueden confiar. A veces, ni siquiera los adultos lo tenemos claro. Por eso es importante explicarles que los adultos de confianza son aquellos que nos hacen sentir seguros, nos escuchan, no nos obligan a hacer cosas que no queremos y respetan nuestros límites. También debemos decirles que, si alguien les pide guardar un secreto incómodo o les hace sentir mal, pueden y de hecho deben contarlo.
- Normaliza el consentimiento en otras áreas. Como hemos comentado antes, el consentimiento no es solo físico. También se enseña cuando pedimos permiso antes de coger algo prestado, antes de publicar una foto de alguien o cuando preguntamos si podemos contar una historia personal que involucra a otra persona.
¿Qué hacer cuando alguien traspasa sus límites?
Cuando un niño o niña actúa desde la inocencia, como dar un beso sin entender que puede ser inapropiado en ese contexto, nuestra respuesta como adultos no debería ser el enfado o la vergüenza. En el ejemplo del parque, en lugar de regañarla con dureza y decirle que es “algo sucio”, el padre podría haber aprovechado ese momento como una oportunidad para enseñarle algo importante. Una reacción más útil y respetuosa podría haber sido mirarla con calma y decirle algo como: “Sé que no sabías que ese beso podía ser inapropiado, no es culpa tuya. Pero es importante que sepas que los besos y abrazos solo se dan si tú quieres y si conoces bien a la persona. Si un desconocido te pide algo así, puedes decir que no y venir a buscarme (o a otra persona de confianza). Yo siempre estaré para ayudarte.” Este tipo de respuesta no solo evita que la niña se sienta culpable por algo que no entiende, sino que además le da herramientas concretas para actuar en el futuro, le transmite seguridad y refuerza su derecho a poner límites.
Y aunque el aprendizaje comienza en la infancia, no se detiene ahí. En la adolescencia, por ejemplo, el consentimiento adquiere un papel central, ya que es esa etapa cuando suelen experimentar las primeras relaciones íntimas, y se hace más evidente la presión de grupo, los miedos al rechazo o al “qué dirán”. Por eso, cuanto antes empecemos a hablar del tema, más preparados estarán para decir “no” con firmeza o para escuchar y aceptar el “no” de los demás con respeto.
En resumen, enseñar a los pequeños la importancia del consentimiento no es solo prepararlos para posibles peligros. Es, sobre todo, darles herramientas para construir relaciones más sanas, basadas en la empatía, el respeto mutuo y la comunicación.
Si no sabes por dónde empezar a hablar de consentimiento con tu hijo o hija, no estás solo. Nosotros podemos ayudarte a abordar este tema de forma clara, respetuosa y adaptada a su edad.
Aina Fiol Veny
Psicóloga Col. Nº B-02615



