Actualmente en la sociedad los divorcios son una realidad omnipresente que afecta a numerosas familias en todo el mundo. A medida que evolucionan las dinámicas sociales, económicas y culturales, también lo hacen las percepciones y las experiencias en torno al divorcio. Hoy en día, enfrentamos un panorama donde el divorcio se ha convertido en un fenómeno más común y aceptado, pero no menos desafiante para aquellos involucrados.
El divorcio es un evento que puede sacudir profundamente el mundo emocional de los niños, dejando un impacto significativo en su desarrollo y bienestar psicológico. Las consecuencias psicológicas del divorcio en los/as hijos/as pueden variar en función de varios factores, como la edad de los niños, la naturaleza del divorcio y el nivel de apoyo emocional que reciben de los progenitores y otros adultos significativos en sus vidas.
Aunque sea un proceso desafiante, puede ser un cambio positivo para los niños, especialmente cuando se maneja de manera constructiva. Los expertos coinciden en que un divorcio bien gestionado es preferible a un matrimonio conflictivo. Los niños que crecen en un entorno de peleas constantes, resentimiento y falta de amor pueden sufrir más que aquellos que experimentan la separación de sus padres en un ambiente de respeto y cooperación.
Factores de riesgo para los/as hijos/as en el divorcio
A la hora de estudiar los efectos del divorcio en los/as hijos/as es difícil determinar si es el propio divorcio lo que les afecta o una serie de factores sociales que acompañan muy frecuentemente a la separación de las parejas. Entre los factores sociales destacan:
- Pérdida de poder adquisitivo: la convivencia en común supone el ahorro de una serie de gastos que se comparten. La separación en algunos casos conlleva una pérdida de poder adquisitivo importante.
- Cambio de residencia, escuela y amigos: el divorcio de los padres conlleva cambios importantes en el entorno del hijo o la hija. Puede tener que cambiar de colegio, o de residencia. El impacto que tiene este factor en el desarrollo y ajuste social del niño es significativo.
- Convivencia forzada con un progenitor o con miembros de la familia de alguno de ellos: no siempre la elección del progenitor con el que se convive es la que el niño quiere. La familia de los separados apoya el trabajo adicional y aporta frecuentemente la ayuda necesaria para que el padre o la madre que se hace cargo del niño pueda realizar sus actividades laborales o de ocio. Este factor conlleva una convivencia con adultos, muchas veces muy enriquecedora y otras no tanto.
- Disminución de la acción del progenitor con el que no conviven: el progenitor que no está permanentemente con su hijo/a deja de ejercer una influencia constante en él y no puede plantearse modificar comportamientos que no le gustan los fines de semana que le toca visita. Por otro lado, el niño pierde el acceso a las habilidades de la madre o del padre que no convive con él, con la consiguiente disminución de sus posibilidades de formación.
- Introducción de parejas nuevas de los padres: es un factor con una tremenda importancia en la adaptación de los/as hijos/as y tiene un efecto importantísimo en la relación padre/madre e hijo/a.
Si se dan, además factores emocionales en los padres los efectos negativos en los/as hijos/as pueden multiplicarse. Por ejemplo:
- Una mala aceptación del divorcio por uno de los progenitores puede llevarle a convivir con una persona deprimida u hostil.
- Un divorcio conlleva por su propia esencia una cierta hostilidad entre los padres. Cuando esa hostilidad se traslada a los/as hijos/as se puede caer en la alienación parental. Se trata de un fenómeno complejo que se caracteriza por un conjunto de comportamientos y actitudes por parte de uno de los progenitores que busca alienar o alejar emocionalmente al hijo o a la hija del otro progenitor. En otras palabras, implica influir negativamente en la percepción que el/la niño/a tiene del otro progenitor, fomentando sentimientos de rechazo, hostilidad o desapego. Algunas conductas típicas son: denigrar al otro progenitor frente al niño o la niña, hacerle creer que el otro progenitor no lo ama o no se preocupa por él/ella, o incluso interferir con el tiempo de visita o las comunicaciones entre el/la hijo/a y el otro progenitor. La alineación parental puede ser sutil o evidente, y puede variar en su gravedad y en el impacto que tiene en el niño.
Consecuencias psicológicas del divorcio en los niños
El divorcio puede conllevar consecuencias negativas, pero también existen consecuencias positivas que se pueden sacar de dicha situación.
Consecuencias Negativas:
- Angustia emocional: el divorcio puede desencadenar una amplia gama de emociones en los niños, que van desde la tristeza y la ansiedad hasta la ira y el miedo. La sensación de pérdida, la ruptura de la seguridad familiar y la incertidumbre sobre el futuro pueden contribuir a esta angustia emocional.
- Sentimientos de culpa: los niños a menudo internalizan el divorcio y pueden llegar a culparse a sí mismos por la separación de sus padres. Pueden creer erróneamente que su comportamiento o sus acciones contribuyeron al divorcio, lo que puede afectar negativamente su autoestima y su sentido de valía personal.
- Conflictos internos: los niños pueden experimentar conflictos internos relacionados con la lealtad hacia ambos padres. Pueden sentirse atrapados en medio de disputas parentales o presionados para tomar partido, lo que puede generar un estrés emocional adicional.
- Problemas de conducta: algunos niños pueden manifestar problemas de comportamiento como resultado del divorcio, como agresividad, rebeldía, regresión en el desarrollo o dificultades académicas. Estos comportamientos pueden ser una forma de expresar su malestar emocional y buscar atención o consuelo.
Consecuencias positivas:
- Ambiente más saludable: puede poner fin a un ambiente lleno de conflictos. Al eliminar las peleas y el resentimiento, los niños pueden vivir en un entorno más tranquilo y seguro, lo cual es fundamental para su bienestar emocional.
- Modelos de relación saludables: al ver a sus padres tomar decisiones difíciles pero necesarias, los niños aprenden sobre la importancia de buscar relaciones saludables y respetuosas. Un buen divorcio puede enseñarles que es mejor separarse de manera amigable que permanecer en una relación insatisfactoria.
- Desarrollo de resiliencia: el proceso de adaptación al divorcio puede fortalecer la resiliencia de los niños. Aprender a manejar cambios significativos y adaptarse a nuevas situaciones es una habilidad valiosa que les beneficiará en muchos aspectos de su vida.
- Mejora en la comunicación familiar: el divorcio a menudo requiere que las familias trabajen en su comunicación. Esto puede llevar a una mejor expresión de los sentimientos y necesidades, y fortalecer las relaciones familiares al fomentar una comunicación abierta y honesta.
- Nuevas oportunidades para relaciones positivas: puede abrir la puerta a nuevas relaciones positivas, tanto para los padres como para los niños. La introducción de nuevos miembros en la familia, como padrastros y hermanastros, puede ampliar la red de apoyo y brindar nuevas oportunidades de amor y amistad.
¿Cómo les afecta dependiendo de la edad?
- Niños pequeños (0-5 años): en esta etapa pueden tener dificultades para comprender la situación del divorcio, pero aun así pueden experimentar una serie de cambios emocionales y de comportamiento. Pueden manifestar ansiedad por separación, problemas para dormir, cambios en los hábitos alimenticios y regresión en el control de esfínteres. Sin embargo, pueden adaptarse rápidamente a los cambios si se les proporciona un ambiente estable y seguro.
- Niños en edad escolar (6-12 años): pueden tener una comprensión más clara del divorcio, pero aun así pueden enfrentar desafíos emocionales significativos. Pueden experimentar sentimientos de abandono, culpa o responsabilidad por arreglar la situación. También pueden mostrar problemas de conducta en la escuela o con amigos. No obstante, al comprender que ambos padres los quieren y seguirán cuidándolos, pueden adaptarse mejor.
- Adolescentes (13 años en adelante): pueden reaccionar de manera diversa al divorcio, desde la rebeldía hasta la tristeza. Pueden sentirse avergonzados o resentidos y pueden buscar independencia de sus padres. El divorcio también puede afectar su rendimiento académico, su autoestima y sus relaciones sociales. Aunque si se les permite expresar sus sentimientos y opiniones pueden desarrollar mayores habilidades de resolución de problemas al enfrentar y adaptarse a la nueva dinámica familiar.
¿Cómo podemos ayudar a los/as hijos/as en un divorcio?
- Comunicación abierta y honestidad: es fundamental hablar con los niños sobre el divorcio de manera clara y honesta, brindando información adaptada a su edad y nivel de comprensión. Es importante transmitirles que el divorcio no tiene nada que ver con ellos para evitar posibles sentimientos de culpa. Los padres deben fomentar un ambiente donde los niños se sientan seguros para expresar sus emociones y hacer preguntas sin temor a ser juzgados.
- Mantener la rutina y la estabilidad: a pesar de los cambios en la estructura familiar, es importante mantener la estabilidad y la consistencia en la vida de los niños. Las rutinas consistentes en la escuela, las actividades extracurriculares y las visitas regulares con ambos padres son esenciales.
- No forzar la introducción de nuevas parejas en la dinámica familiar: en caso de haber nuevas parejas es conveniente no forzar la relación con los/as hijos/as y seguir conservando un espacio para compartir entre progenitores e hijos/as.
- Apoyo emocional: los niños necesitan sentirse amados y apoyados durante este período difícil. Los padres deben asegurarse de pasar tiempo de calidad con sus hijos/as, respetar su ritmo y brindar consuelo y demostrarles que el divorcio no cambia el amor que sienten por ellos.
- Buscar ayuda profesional si es necesario: en casos donde los niños estén luchando con emociones intensas o problemas de comportamiento, puede ser útil buscar la ayuda de un psicólogo infantil o terapeuta familiar. Estos profesionales pueden proporcionar estrategias de afrontamiento y apoyo adicional para ayudar a los niños a sobrellevar el divorcio.
En conclusión, el divorcio no tiene por qué ser una experiencia negativa para los niños. Con un enfoque positivo y constructivo, los padres pueden transformar este desafío en una oportunidad para el crecimiento y el desarrollo emocional de sus hijos. Al mantener una comunicación abierta, proporcionar estabilidad y apoyo emocional, y buscar ayuda profesional cuando sea necesario, los niños pueden adaptarse de manera saludable y resiliente a su nueva realidad familiar. Si bien, muchos matrimonios no se deciden a dar el paso y alargan el divorcio o deciden seguir en la relación por miedo al impacto sobre sus hijos. Sin embargo, como hemos mencionado anteriormente, los expertos aseguran que un divorcio bien gestionado siempre es mejor para los niños que un mal matrimonio ya que ser testigos de peleas, malas caras, resentimiento y tensiones genera un impacto emocional negativo en ellos.
Si estáis pasando por un proceso de separación y queréis que os ayudemos a detectar y reducir aquellos factores que pueden estar dificultando la adaptación a la nueva dinámica familiar y cómo gestionar las repercusiones psicológicas, no dudéis en poneros en contacto con nosotras.
Laura Maymó Gallurt
Psicóloga Col. Nº B-03427